Nuestra Señora, desde el momento de su concepción, fue cubierta por el Espíritu Santo. Ella, como esposa del Espíritu Santo, nos demuestra cómo debe ser nuestra vida cuando decimos "Sí" a la voluntad de Dios y nos entregamos completamente a las acciones del Espíritu de Dios. La proclamación de María la llevó a la cruz, a la tumba vacía y en última instancia al cenáculo donde una vez más se encontró cubierta por el Espíritu Santo. Si tenemos el valor que María tuvo para decir "Sí" al Espíritu de Dios y rendirnos a su voluntad, nosotros también podríamos sentir el poder del Altísimo que nos cubre.
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Día 21: Proclama mi alma la grandeza ...
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"Proclama mi alma la grandeza del Señor, 'se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava'. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: 'su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles d...
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