Cuando rezamos bien el Rosario, los eventos en la vida de Jesús pasan delante los ojos del alma. La meta de la oración es de ponernos en comunión viviente con Jesús a través del corazón de Su Madre. Comienza con nosotros individualmente, y luego con nuestra familia, luego la Iglesia. ¡San Juan Pablo II urge un avivamiento del Rosario en las familias cristianas para contrarrestar los efectos devastadores de un mundo en crisis! Nuestras comunidades cristianas necesitan hacerse escuelas de oración. Con Dios a nuestro lado, tenemos más que esperanza, ¡tenemos la certeza de una victoria! Tenemos que hacer tiempo para esta pausa diaria para oración: un Rosario diario y una consagración a Jesús por María.