Antes de su conversión, San Agustín buscó desesperadamente la verdad y el sentido de la vida—en las filosofías antiguas, en las riquezas, en el prestigio social, incluso en las prácticas inmorales de su tiempo. Sin embargo, en todas estas cosas, su corazón estaba inquieto y su vida no tenía plenitud. Fue sólo cuando San Agustín tuvo un encuentro con Jesucristo que fue capaz de conocer y de descansar en la verdad—la verdad acerca de Dios y la verdad acerca de sí mismo. Sólo entonces fue capaz de proclamar "Mi corazón está inquieto hasta que descanse en Ti, Señor". Somos creados para Dios y fuimos creados para conocer y para descansar en Su amor y en Su verdad, y nuestras almas anhelan la presencia de Dios.
Lee y estudia: El Catecismo Católico de los Estados Unidos para Adultos Capítulo 1 (páginas 3-12)
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