Lo que Jesús hizo por nosotros a través de su vida, muerte y resurrección fue el acto de amor más grande en la historia. Nos salvó. Lo hizo por cada uno de nosotros, personal e individualmente. Pero algunos pueden sentirse indignos de este regalo de amor. Podemos sentir que nuestra carga es demasiada. Podemos sentirnos desagradables. Pero Dios no vino a revelársenos en un pedestal, vino a presentarse en nuestra complicada condición humana. Para sanarnos desde adentro. Para transformarnos de adentro hacia afuera. Algunos pueden estar sorprendidos por cuán generoso es verdaderamente el amor de Dios. No merecemos su amor, pero esa es la grandiosa realidad de la misericordia de Dios. Esta relación con Dios no es sólo sobre nuestro amor por Él, sino de Su amor por nosotros que cambia nuestras vidas para siempre.
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