No se puede hablar de la Historia de la Salvación, ni de Jesús, ni de su Iglesia sin mencionar a María.
Él nos eligió en la persona de Cristo antes de crear al mundo para que fuesemos santos e irreprochables ante Él por el amor (Efesios 3, 10).
Saulo, ¿Por qué me persigues? Yo soy Jesús al que persigues.
San Pablo abre una nueva dimensión para el encuentro con Dios a través de Jesucristo.