El apresuramiento del primer amor es como el sabor del jugo de uvas: es excitante, audaz y un poco abrumador. Por otro lado, la madurez del amor es como el sabor de un vino fino: es complejo, sabroso y mucho mejor que el jugo de uvas. La clave para eventualmente disfrutar tal relación es pasar por el proceso de "fermentación", es decir, por las dificultades y los retos que Dios permite para perfeccionarte y perfeccionar tu matrimonio.
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